Beatriz de la Torre y Fernando Rodríguez, componen un matrimonio gallego que un día del año 2009 y tras cinco años de investigación, quiso mostrar al mundo entero, a través de su página web específica sobre un tipo de construcciones gallegas denominadas hórreos, la importancia de conservar este bien patrimonial y cultural.
Gracias a ellos, aprendimos que estos curiosos elementos arquitectónicos que para muchos pasan desapercibidos entre el paisaje gallego, cumplían una labor fundamental -sobre todo en tiempos pasados- al ser la mejor manera de mantener el grano alejado de la humedad y de los animales cómo pájaros, insectos y roedores que pudieran devorarlo, además, hay que pensar que los inviernos, al ser largos y lluviosos, obligaban a realizar la cosecha temprano y eso requería un buen sitio para guardar el grano y mientras secarlo. En Pazo Santa María aún seguimos haciendo uso del hórreo para conservación y almacenaje de productos agrícolas tales como patatas, cebollas y ajos.
Los hórreos son realizados con diferentes materiales: de varas, de madera, de piedra o mixto. Y su estructura y forma de planta es variable: cuadrada, redonda, en forma de “l”, octogonal, etc… aunque la más predominante es la rectangular, ya sea más o menos alargada.
Partes generalmente comunes de los hórreos: tejado, dintel, fajas, tornaformigas, soporte (pies, cepas o cerrados), tornarratos, claros, penal, pinche, sobrepenas, adornos o turulecos y doelas o tablillas.
* En esta imagen (propiedad de horreosdegalicia.com) se aprecia un hórreo de construcción mixta con cada una de sus partes
La estudiada forma del hórreo hacía que las hormigas no pudieran subir al granero porque caían en la fosa llena de agua que rodeaba cada uno de los pies del soporte (tornaformigas), y tampoco los ratones porque estos pueden trepar en vertical pero nunca ponerse boca abajo, por eso al llegar al tornarratos se caían sin alcanzar su preciado manjar.
En Galicia, existen miles de hórreos, los hay larguísimos como el de Araño (con 37,05 metros), Lira, Carnota, Poio, Pazo do Monte, Ozon, Ponte do Porto, Rianxiño y Valga.
Grandísimos como el de Poyo, Cobre y Valga.
Muy estrechos como el de Biville, Toxivo, Portomarín y Paramo.
De planta octogonal como el de Fonsagrada.
Y situados a gran altura como el de Cores, Villadaire, etc.
Los hórreos de mayor capacidad solían situarse cerca de casas rectorales e iglesias, ya que pertenecían a estas, recordemos que el diezmo era ese 10% de las cosechas que correspondía al clero.
Como puedes observar en la foto superior, en Pazo Santa María disponemos de un hórreo construido en madera casi en su totalidad.